sábado, 11 de junio de 2011

El Rey De Las Alturas


Sin hablar, mirábamos el vuelo silencioso de los cóndores, que giraban en amplios círculos. "Son diez o catorce", dijo el pequeño Simón, practicando elementales sumas.
Pensé que este espectáculo era exclusivo de las altas montañas de la cordillera, allá, cerca de las nubes, pero no, estamos bien cerca de Córdoba.

Las Sierras de Quinteros son las primeras estribaciones que encontramos al entrar a la Provincia de La Rioja. Geológicamente constituye la formación más antigua de Argentina con 17 mill. de años de antigüedad. Se trata de sierras pampeanas que tienen una altura promedio de 1500 msnm. sin altos picos que se destaquen. La vegetación es xerófila y no muy abundante, con ejemplares de chañar, algarrobos, jarilla, mistol, piquillín, espinillo y molle. Extraños paisajes con gigantescas rocas de granito enmarcan quebradas y valles. La presencia de vertientes, manantiales y arroyos permitió el asentamiento poblacional, que es muy importante en toda la zona.



En Santa Cruz de la Sierra se encuentra La Posta de los Cóndores. Aquí nos recibe José de la Vega con silencioso entusiasmo. La posada está preparada para alojamiento y cuenta con un comedor rústico donde la comida casera amerita por sí misma una visita: cazuela de gallina, cabrito al horno de barro, locro, empanadas, puchero de cabra, frutas silvestres y dulces caseros nos esperan.

En el ingreso está el Centro de Interpretación del Cóndor Andino, que ha sido instalado por la Provincia de La Rioja en una ex-escuela que cerró por falta de alumnos. En un didáctico recorrido tuvimos la introducción necesaria, para disfrutar lo que luego veríamos.


Arriba, en un cerro ubicado frente al complejo, un amplio corral alberga dos ejemplares de Vultur Gryphus (tal su nombre científico) que, por imposibilidad física se encuentran en cautiverio. De cerca pudimos apreciar el tamaño de estos buitres en su real magnitud. Tienen la altura de Simón: un metro de alto y cuando extienden las alas de 3mts de ancho vemos a las aves voladoras más grandes del mundo. "...mira papi, esta es hembra, porque no tiene la cosa esa en la cabeza...y tiene los ojos rojos" escuché decirle, orgulloso de lo que había aprendido.

Una hora de cabalgata entre los cerros nos depositó en el mirador de los cóndores. Están en toda la zona, pero aquí, entre acantilados, están a sus anchas. Acostados boca arriba sobre un alero junto al precipicio, miramos en silencio a los cóndores volando en cámara lenta sobre nosotros. Con su cuerpo inmóvil y la cabeza oteando el horizonte , tratando de descubrir su carroña. Planean estáticos, moviendo apenas la punta de las plumas. Al verlos pasar distinguimos claramente su cabeza pelada, el collar blanco y el plumaje negro y blanco.

Durante cientos de años el cóndor ha convivido con la humanidad y hasta ha sido el símbolo y emblema de las culturas andinas. Pero luego ha sido amenazado hasta el límite de la extinción. La constante pérdida de su hábitat, cacería, la deforestación o contaminación del aire afectó seriamente a la especie. En países como Colombia o Ecuador ya casi se ha extinguido. Preocupados por ello, se ha creado en la Provincia de La Rioja la reserva Quebrada de los Cóndores, que posibilitó mantener el numero y hasta de incrementarlo a 150 ejemplares. La activa participación de lugareños como José de la Vega permitirá sin dudas, aumentar esa cantidad, aunque no es fácil su reproducción. La hembra pone generalmente un solo huevo (entre septiembre y octubre) que es incubado por ambos padres alrededor de 50 días. Cuando nacen, los pichones son muy débiles y permanecen más de un año en el nido. Recién a los dos años alcanzarán su maduración total.

Nosotros seguimos en el mirador. El encuentro es hipnótico y emocionante. Pareciera que los cóndores están tan intrigados por nuestra presencia como nosotros por la de ellos. Así, como en un ritual silencioso, permanecemos sentados en la cima del morro más de una horas, viendo como las aves pasan una y otra vez, en círculos y en línea recta hasta esconderse en sus nidos entre las fisuras de las rocas.
Como en la cosmogonía andina, el efecto mágico persiste por mucho tiempo. En broma, le digo a Simón: y si nos agarran? No, todavía no, sólo como muertos, me contesta.



No hay comentarios:

Publicar un comentario